A mi hermano desde pequeño siempre le ha gustado mirar el cielo de noche.
Le gustaba astronomía y había cumplido 7 años cuando nuestro papá trajo un telescopio que compró en Laredo para su cumpleaños.
Pero una noche, se pasó varias horas mirando un punto fijo a través del telescopio. Recuerdo haber visto que no hacía ningún movimiento, como si estuviera hipnotizado. Lo único que rompió con su trance fue que mi mamá lo regañó para que fuera a comer.
Al día siguiente le pregunté qué es lo que se había estado quedando mirando.
“Estaba viendo a las estrellas que gritan”.
“No manches”.
“Encontré un lugar en el que, si te quedas mirando, puedes comenzar a escuchar gritos”.
“No es cierto”.
“Si no me crees, mira el telescopio en la noche”.
Esperé hasta las 11 de la noche para checar el aparato y tuve suerte que era una noche despejada. Se había quedado en la misma posición que en la noche anterior, asi que la curiosidad me hizo ver a través del ocular.
Había un pequeño cúmulo de estrellas, pero sucedió algo extraño: Al concentrarme en una estrella, comenzó a escucharse un grito muy lejano.
Eventualmente aumentaba de volumen.
Y entre más lo miraba, más fuerte era.
Traducido y adaptado de este post de 2013~.